Cuéntanos la última cosa con la que te hayas emocionado.
Una se hace mayor cuando empieza a emocionarse por cosas tan mundanas como tener una lavadora nueva y que la casa sea funcional.
Visualizad: Finales de junio. Empieza a hacer calor. Sudas más. Se te acumula la ropa sucia. Estás en plena mudanza (o medio mudanza) porque te vas a Alicante a pasar todo el mes de julio y tienes que lavar muchas cosas: ropa, sábanas, toallas… Hasta trapos sucios. Pues resulta que va mi lavadora y decide ahogarse y morirse justo antes de poner la última y la más importante, la de mi ropa de diario. Shit happens, supongo. Sobre todo cuando más me hace falta y tengo la casa patas arriba.
¿Es el fin del mundo? No es el fin del mundo. Ha sido volver a casa y correr hacia la tienda de electrodomésticos para comprar una, que me la instalen y ¡ojo, importante! que se lleven la vieja. ¿Podría haberla comprado en Amazon? Correcto. Pero ya me diréis cómo la subo y cómo voy a tirar yo la vieja, teniendo en cuenta que tengo menos fuerza que una codorniz.
No estoy de reforma como tal, pero sí arreglando la casa para que sea funcional. Me emociona que venga el fontanero y me arregle cosas. Me emociona que el váter no me gotee y pueda quitar el barreño para el agua. Me emociona que venga el electricista y me ponga por fin luz en el salón porque la instalación que tenía era peligrosa de cojones. Me emociona tener luz en el salón, qué cosas.
Cosas de hacerme mayor, supongo, que las cosas del hogar me gustan. Me hace ilusión tener una sartén nueva, pillarme un mantel de colorines para la mesa de la cocina o mirar menaje, aunque tenga que esforzarme para no comprarme otra taza porque ya tengo muchas (y todas diferentes).
La verdad es que el dicho ese de «no sabes lo que tienes, hasta que lo pierdes» es muy real. Hay cosas en la vida que damos por supuesto y no siempre deberíamos. No sé hasta qué punto somos conscientes de lo que tenemos, hasta qué punto lo valoramos y lo agradecemos. Daba por supuesto que si apretaba el interruptor, la luz se encendía, hasta que llegó un día que el interruptor se estropeó y empezó a oler a chamusquina. ¿Qué pasa si te quedas sin interruptor? Que no puedes encender la luz y tienes que buscar alternativas. Puede ser una lámpara, una vela, la misma linterna del móvil… ¿Es lo mismo? No, pero hace el apaño.
Con los objetos materiales se puede hacer un apaño más o menos para ir tirando, pero cuando hablamos de personas ya se complica la cosa, porque no es tan fácil.

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