Hace diez años tenía un blog en el que escribía prácticamente cada día. El blog sigue existiendo, nunca me he atrevido a borrarlo, pero está en privado.
Escribía para desahogarme, para sacar todo lo que llevaba dentro. Mirando atrás con perspectiva, todos los problemas que tenía en aquella época no eran para tanto, pero en aquel momento sí lo eran y me pesaban demasiado. Supongo que es lo que tiene crecer y vivir cosas más fuertes y traumáticas.
Más adelante, en la universidad, tuve que crear otro blog y la verdad es que no escribí más de cinco posts porque me sentía cohibida. Lo mismo me pasa en la cuenta oficial de Twitter (o bueno, X), que no me siento capaz de expresarme libremente y sin sentirme juzgada. Desde 2020 tengo una cuenta secundaria (candado, obviamente) y sí que durante el confinamiento me sirvió de cuaderno de bitácora. Ahora es más un espacio en el que me quejo de la existencia.
Llevo mucho tiempo viviendo en piloto automático por circunstancias que no dependen de mí. Así que me he propuesto volver a escribir, volver a escribir algo que no sea ficción. Tal vez así recupere esa parte de mí que tengo bajo llave, esa parte de mí que vomitaba emociones sin que le importara quien me leyera, quien me juzgara. Esa parte de mí que se llenaba escribiendo y que quería comerse el mundo.
Así que esto empieza, otra vez. Vuelvo a escribir.
mikki hace cosas 
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